Pompeya (para Cruceros)

El 24 de agosto del año 79 d.C., el Vesubio entró en erupción violentamente, liberando una columna de cenizas y piedras pómez a una altura de unos 30 kilómetros. La erupción generó una nube en forma de sombrilla que oscureció el cielo y causó lluvias de cenizas y piedras en la región. Pompeya quedó sepultada bajo varios metros de cenizas y material volcánico.

Miles de habitantes de Pompeya y las localidades cercanas perdieron la vida en el desastre. La ciudad quedó prácticamente congelada en el tiempo, con edificios, objetos cotidianos y restos humanos preservados por la ceniza y la lava. La catástrofe también afectó a otras ciudades cercanas, como Herculano y Estabia.

Durante siglos, Pompeya quedó olvidada y enterrada. Fue redescubierta por casualidad en 1748 durante unas obras de construcción. A partir de ese momento, se iniciaron las excavaciones arqueológicas que permitieron desenterrar y preservar gran parte de la ciudad antigua.

El estado de conservación de Pompeya es excepcional, lo que ha permitido a los arqueólogos y al público obtener una visión fascinante de la vida cotidiana en la antigua Roma. Los restos de edificios públicos, viviendas, calles, plazas, pinturas murales, mosaicos y objetos de uso diario han proporcionado una valiosa información sobre la arquitectura, cultura y sociedad de la época.

Hoy en día, Pompeya es un importante destino turístico y un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Millones de personas visitan el yacimiento cada año para admirar los vestigios de esta ciudad antigua y comprender cómo era la vida hace más de 2.000 años. La historia de Pompeya continúa siendo una poderosa recordatoria de los peligros de vivir cerca de áreas volcánicas activas y una ventana a la civilización romana en su apogeo.

Regreso al puerto. 

Fin de la excursión